El pasado 15 de octubre, poco más de un mes después del fallecimiento de Isabel II, el Palacio de Buckingham anunciaba que la coronación del rey Carlos III tendría lugar el sábado 6 de mayo de 2023 en la abadía de Westminster, en una ceremonia dirigida por el arzobispo de Canterbury.
En ese solemne día, Carlos III será ungido con óleo santo, recibirá el orbe, el anillo de la coronación y el cetro, después será coronado con la fastuosa corona de San Eduardo y bendecido durante la ceremonia. Su esposa Camila también será ungida con óleo santo y coronada. Precisamente vamos a detenernos hoy en las coronas de la ceremonia.
Los detalles
Y es que serán dos las coronas que porte ese día Carlos III. Durante el acto Carlos portará la Corona de San Eduardo, pero una vez que concluya la misa el monarca se pondrá la Corona del Estado Imperial, la que Isabel II solía llevar en las aperturas del Parlamento, y con la que presumiblemente saldrá a saludar desde el balcón del Palacio de Buckingham. Entre ambas coronas suman nada más y nada menos que 5.600 diamantes.
La corona de San Eduardo, o Corona de Eduardo el Confesor, es considerada como la pieza más importante de las joyas de la Corona británica. Fue Carlos II quién mandó su creación en 1661. Esta está hecha en oro macizo, con incrustaciones de 3.093 piedras preciosas, entre las que figuran 2.783 diamantes, 17 zafiros, 277 perlas, 11 esmeraldas, 5 rubíes, además de turmalinas, amatistas, topacios y citrinos.
Por otro lado está la Corona del Estado Imperial, que como hemos dicho suele utilizarse para las ceremonias de apertura del Parlamento. Se creó en 1838 para la coronación de la Reina Victoria. Esta es más ligera, de 1,28 kilos y tiene una altura de 31,5 centímetros. Se compone cuatro diademas y tiene 2.868 diamantes, 273 perlas, 17 zafiros, 11 esmeraldas, y 5 rubíes. En su parte superior se coloca una cruz patada y en su interior una capa de terciopelo.