Los aficionados del Real Madrid tienen la fortuna de poder ver jugar en su equipo a los mejores jugadores del planeta fútbol. Ejemplos de ello los hay en toda su historia, Gento, Di Stefano, Puskas, Juanito, Ronaldo, Figo, Beckham, Raúl González, Cristiano Ronaldo, Luka Modric, Benzema son sólo algunos de ellos, la lista sería para escribir un libro.
Sin embargo, en los fichajes no siempre se acierta. Hay apuestas claras en las que puede salir el tiro por la culata, los casos más recientes pueden ser el brasileño Kaká que no terminó de dar lo que de él se esperaba, o un ejemplo mucho más cercano, el belga Eden Hazard, que lesiones mediante, ha sido una auténtica decepción ya que venía como estrella para suplir la salida de Cristiano Ronaldo.
Un fichaje estrellado
Pero el Real Madrid también se equivoca en alguna ocasión cuando apuesta por realizar fichajes sin tanto cartel. A lo largo de su historia hay muchos ejemplos de ello, pero el que en los últimos tiempos más se recuerda es el del futbolista francés Julien Faubert, famoso por quedarse dormido durante un partido en el banquillo del equipo blanco en un Villarreal-Real Madrid.
El jugador llegó como cedido en el mercado invernal de 2009, y el club pagó 1,5 millones por la cesión al West Ham. El equipo estaba entrenado por Juande Ramos, y en él se encontraban jugando Robben, Van Nistelrooy, Sneijder, Cannavaro o Iker Casillas, por lo que no contó demasiado para el entrenador. En total sólo jugó dos partidos de blanco, y los dos como suplente, uno ante el Racing de Santander en el Bernabéu y otro ante el Athletic de Bilbao en San Mamés, en total sólo jugó 54 minutos, para después de seis meses volver a su club de origen, toda una decepción.
Tras volver al West Ham, pasó por Elazigsport, Girondins de Burdeos y Klimarnock antes de enrolarse en las filas del Inter Turku finlandés, su último club europeo antes de emprender la aventura indonesia en el Borneo. A pesar de que jugó con la selección francesa, luego pudo ser internacional por Martinica. Con todo, se retiraría del fútbol a los 37 años, dejando la imagen de su siesta en el banquillo como una mancha en la historia del club blanco.