Florentino Pérez llegó en el año 2000 al Real Madrid de la mano de Luis Figo. Fue su primer galáctico y el hombre que le hizo ganar las elecciones frente a un Lorenzo Sanz, que venía de ganar la Champions por segunda vez en su mandato.
Florentino, el hombre que creó los “Galácticos” ataca de nuevo, esta vez con Mbappé
A partir de ahí Zidane, Ronaldo, Beckham y Michael Owen, tres Balones de Oro y el jugador más mediático del mundo, pero los resultados no validaron la política del presidente de “Galácticos”, su propia creación acabó con su dimisión en febrero de 2006.
Cuando volvió a la presidencia en 2009, llegaron Cristiano Ronaldo, Kaká y Benzema de una tacada, pero Florentino sabía que esos fichajes sirven para darle más valor a la marca Real Madrid, pero no aseguran títulos si no tienes un equipo equilibrado. Xavi Alonso, Khedira y Casemiro, eran el pegamento para un equipo que marcó una época.
Ahora, tras años sin fichar a estrellas mundiales, a excepción hecha del estrellado Hazard, Florentino sabe que unir a Mbappé con el Real Madrid es darle un salto de calidad en el terreno de juego, pero también en la economía.
La marca se revaloriza, la generación de ingresos aumenta, pero ya se ha encargado el presidente de que Camavinga, Tchouamèni, Bellingham o Valverde, hagan que el conjunto madrileño juegue como un equipo al servicio de Vinicius, Rodrygo, Benzema, y muy seguramente Mbappé el próximo año.
La llegada de Mbappé revalorizará la marca Real Madrid y el fichaje se pagará sólo
Florentino Pérez sabe que lo que se pague por la estrella francesa vendrá de vuelta con patrocinios y marketing. Sabe que la marca Real Madrid se convierte en la mejor del mundo, que el foco del fútbol mundial volverá a estar puesto en el Bernabéu, por eso ofrecer 200 millones más 40 en variables, no va a significar un esfuerzo para él.
Es una inversión no un gasto. Es decirle a la Premier que el Real Madrid sigue mandando en el fútbol mundial. Para eso inaugurará el Nuevo Bernabéu, para convertirlo en una máquina de generar dinero, para decirle a los ingleses que el conjunto blanco quiere seguir siendo el mejor del mundo.