Beyoncé ha tocado el cielo en el mundo de la música, sus canciones suman millones de reproducciones en plataformas y está considerada una de las artistas más importantes del siglo XXI. Sin embargo, hace poco se vio envuelta en una polémica que habla de la hipocresía y el cinismo en el que se puede ver un artista que está alejado de los grandes problemas sociales de este planeta.
Mientras ella vende los productos de su marca a precios disparatados, como por ejemplo unas mallas por valor de 100 dólares americanos, quienes hacen posible esa venta, es decir, las trabajadoras textiles afincadas en Sri Lanka ganan 0,53 céntimos por hora trabajada. Su marca de ropa deportiva, Ivy Park, que pretende crear puentes entre las diferentes industrias con un claro mensaje feminista, abusa del trabajo de personas en el tercer mundo para maximizar beneficios.
Y es que el feminismo que parece defender la artista estadounidense solo compete a las mujeres del primer mundo, de lo contrario no se entiende por qué paga la mano de obra de su empresa a precios tan bajos. De hecho, Sri Lanka es uno de esos países en el que los niños con apenas diez años encuentran más motivaciones para emplearse en este tipo de empresas que en continuar sus estudios, básicamente por los niveles de pobreza bajo los que vive gran parte de la población en el país.
A pesar de ello, de las críticas y la revelación de este tipo de informaciones, la popularidad y economía de la cantante Beyoncé sigue creciendo de forma imparable y no parece que esto pueda frenar su éxito en el mundo musical. Aún así los agentes de la artista declararon que ese sueldo está por encima del sueldo mínimo que existe en el país, aunque Beyoncé no ha llegado a declarar nada sobre el tema algo que no gusta a sus seguidores.