El coleccionismo se nutre de la necesidad casi irracional de las personas por conseguir un ejemplar más, por no poder parar de acaparar objetos. Todo por el mero hecho de ese instante de felicidad que se consigue al conseguir uno nuevo que aún no tenías, y que automáticamente se convierte en ese mismo momento en una nueva necesidad de conseguir otro, aunque te hayas prometido que había sido el último.
Evidentemente hay muchos tipos de colecciones y de coleccionistas. Uno de los campos más cotizados es el de los juguetes, y dentro de ellos las figuras de colección. En este universo hay unos muñecos que han causado furor entre una generación de jóvenes, nos referimos a los Funko Pops, esos muñecos con cuerpos reducidos y cabezas grandes que representan personajes ficticios y rostros públicos reales, ya sean famosos o deportistas
La empresa estadounidense, solo en 2021, obtuvo unas ganancias de algo más de mil millones de dólares, gracias a las más de 1.000 licencias activas con más de 200 proveedores de contenido como Disney o Netflix, según datos aportados por Funko. Lo malo de ellos es que si consigues uno, no podrás parar de acapararlos, y sino que se lo digan a la cantante Edurne.
La obsesión de Edurne
Según ha desvelado en una entrevista a El País, a la pareja de David De Gea le regalaron dos amigos en 2017 el que se convirtió en el primero de una gran colección que ya alcanza los 750, “El primero fue un funko de Rapunzel, una de mis películas favoritas de Disney. Después otro amigo me regaló uno de Juego de tronos. Y cuando ya tuve tres pensé: ‘Uy, qué bonitos quedan’. Investigué en internet y cuando vi que había tantas cosas de películas que me gustaban, de cantantes… No pude parar”, explica la artista.
Además tanto ella como su pareja tiene su propio Funko personalizado, al igual que su hija Yanay, que almacena junto al resto en una sala llena de estanterías de su casa de Manchester. De hecho Edurne se declara adicta a los muñecos, o mejor dicho, funkolover, “Una vez me pasó que vi uno que no tenía y pensé: ‘Luego lo compro’. A lo que volví ya no estaba. Y decidí que eso no me iba a volver a pasar. Funko que veo, me gusta y no tengo, funko que me llevo”. Toda una locura.