El futbolista brasileño Dani Alves, ex del F.C. Barcelona, lleva en prisión desde el pasado 20 de enero a raíz de la grave acusación a la que se enfrenta por presuntamente cometer una violación sexual contra una joven en una discoteca dela ciudad condal. La jueza que instruye el caso le denegó la puesta en libertad bajo fianza y desde entonces vive en la cárcel de Brians 2.
Desde entonces Dani Alves se ha convertido en un preso más del centro. Se encuentra en el módulo 13 de la prisión, destinado a acusados de agresión sexual, en el que hay unos 80 presos. Dicho módulo posee, entre otras instalaciones, polideportivo cubierto, teatro y gimnasio. Además, el futbolista dedica los días a jugar al parchís o hacer deporte, entre las 8:00 y las 22:00 que dura la jornada. También ejerce como monitor de fútbol, según contaron en el programa En boca de todos.
La celda de Dani Alves mide seis metros cuadrados y cuenta con ducha propia. Si bien, no dispone de televisor, tal y como ha solicitado el propio futbolista para no recibir noticias del exterior. Sin embargo eso no ha sido impedimento para que le lleguen los reveses al brasileño, como el punto y final de su relación sentimental con Joana Sanz tras la decisión de la tinerfeña, que ella misma compartió en sus redes sociales.
Lo más duro
Quizás lo más duro para él habrá sido que aún no ha recibido la visita de su familia tras más de 75 días entre rejas, y únicamente, Bruno Brasil que estaba con las amigas de la víctima en el reservado de la discoteca, es el único amigo y allegado del brasileño que se ha acercado hasta la prisión de Brians 2.
El chef y también nutricionista visita a su gran amigo todas las semanas, y estuvo también presente las dos veces que Joana Sanz ha visitado a Alves en prisión. La última vez que la tinerfeña visitó al que aún sigue siendo su marido fue el pasado 26 de marzo en un encuentro que duró unos 40 minutos y en el que Alves llegó totalmente abatido tras conocer que la modelo había roto con él. Desde entonces Alves está solo.