Genial, revolucionario, único, excéntrico... Sobran los calificativos para definir al cantante Michael Jackson, que falleció el 25 de junio de 2009 a los 50 años tras sufrir una parada cardiorrespiratoria en su residencia. Su muerte sería declarada homicidio involuntario y su médico el Dr. Conrad Murray, cumplió dos años de una sentencia de prisión de cuatro años.
Lo que llegó a ganar
El Rey del Pop acumuló todo tipo de récords a lo largo de sus cuarenta años de carrera, como el de ser el segundo artista que más discos ha vendido en la historia, después de los Beatles y con permiso de Elvis Presley, con 350 millones de unidades repartidas por el mundo o al conseguir ocho premios Grammy por Thriller. Sin embargo, el cantante estadounidense dio, durante su vida, múltiples muestras de su pésima capacidad para administrar sus bienes.
Se calcula que la superestrella acumuló durante su carrera ingresos por valor de 1.000 millones de dólares, gracias a la venta de discos y las ganancias por los derechos de su participación en el catálogo de los Beatles, además de su rancho Neverland y los diversos patrocinios como el de Pepsi. No obstante, en el momento de su muerte, las deudas de Jackson ascendían a unos 500 millones de dólares, según publicó The Wall Street Journal.
Sin embargo, Michael Jackson es un artista atemporal, y ha seguido ganando una inmensa fortuna incluso después de muerto. Según la lista Forbes de los artistas fallecidos que más ingresos generan, el intérprete de Thriller se lleva la palma ya que en los últimos años ha estado en primera posición.
El testamento de Michael dejó expresamente el 40% de sus bienes a sus tres hijos, para ser divididos en partes iguales. Otro 20% se dejó a varias organizaciones benéficas para niños y el otro 40% final se dejó para apoyar a su madre Katherine, cuyo saldo tras su muerte se pasaría a los hijos de Michael, lo que significa que eventualmente sus tres hijos se dividirán el 80 % del patrimonio, que visto lo visto no para de crecer.