El presidente del Real Madrid, Florentino Pérez Rodríguez, es lo más parecido a lo que los anglosajones llaman un "self made man" o un hombre hecho a sí mismo. La vida de Florentino Pérez ha sido muy cambiante desde que nació un 8 de marzo de 1947 en el barrio madrileño de Hortaleza. Dicen que desde pequeño tenía un espíritu competitivo y de ganador fuera de lo común. Que le gustaban mucho los deportes. Que jugaba de portero al fútbol y al balonmano. Y que una de sus aficiones era el arte contemporáneo.
Millonario pero no excéntrico
Cuando inició su relación en 1970 con su fallecida esposa María de los Ángeles Sandoval, conocida como Pitina, ella contaba con 20 años y él con 24. Por entonces, Florentino estaba entregado al séptimo arte. Le gustaba el cine de arte y ensayo, las versiones originales y le entusiasmaban directores como Fellini o Bergman, por eso se había matriculado en la Escuela de Cine, aunque en realidad acabó siendo ingeniero de Caminos, Canales y Puertos por la Universidad Politécnica de Madrid. La joven pareja compartía las mismas aficiones: El cine y el fútbol. “En la primera salida que hicimos juntos me llevó a un bar en el que retransmitían un partido y no me hizo ni caso. Luego me hizo socia (del Real Madrid) y hasta hoy...”, contaba Pitina. Con ella se casó en 1.971 y tuvieron 3 hijos.
Tuvo un paso importante por el mundo de la política, cuyos contactos les sirvieron para después al pasarse al sector privado pudiera poco a poco crear el imperio que ahora es el megagrupo empresarial ACS, del que es Presidente.
Entre las aficiones de Florentino, aparte del fútbol y del Real Madrid, está el gusto por el mar, muestra de ello son los yates que ha tenido la familia fondeados en Mallorca, donde pasaban las vacaciones. A la muerte de su mujer, vendió la propiedad de la isla y compró otra en el Puerto de Santa María. Otras aficiones son las lujosas estancias en el andorrano hotel Hermitage, o un enorme y exclusivo bloque de viviendas en pleno centro de la capital.
Quien lo conoce asegura que "no gusta de excesos y se deja guiar poco por las pasiones mundanas. Que apenas bebe y que come muy frugalmente en las comidas de empresa. Que uno de sus platos más comunes es la tortilla francesa y la ensalada de tomate. Y que casi nunca dejó de encargar a la sastrería de Cristóbal sus trajes de señor serio y formal, así lo hizo hasta su cierre haciéndose ahora los trajes en la sastrería de Joaquín Fernández Prats”. Una de sus mejores frases es "Yo nunca he trabajado para ganar dinero, porque además no lo sé disfrutar", dijo.