Adolf Hitler no siempre estuvo rodeado de lujos, su infancia fue complicada y su juventud también. No fue hasta convertirse en el monstruo que conocemos hoy cuando empezó a amasar fortuna y es que robar a los demás es lo que tiene.
El dictador germano vivió en varios lugares entre Austria y Alemania a lo largo de su vida aunque si hay una casa que es considerada como la preferida del dictador es sin duda la de Berghof, un lugar para descansar en los Alpes Bávaros.
Aquí fue donde pasó la mayor parte de la Segunda Guerra Mundial, muy lejos del campo de batalla y de Berlín. La casa a pesar de ser construida en 1916 fue remodelada por Hitler antes de que estallara la guerra, justo en 1936.
Allí trabajaba mano a mano junto a algunos de sus hombres de confianza, es decir, Himmler, Heydrich, Joachim von Ribbentrop o Hans Heinrich Lammers. Solo la cúpula conocía esta localización.
Pero la casa sería bombardeada en 1945 por la Royal Air Force británica y finalmente demolida con 1.181 toneladas de explosivos en 1953 para evitar que se convirtiera en un lugar de culto. Así acabó su lugar preferido, de la forma más corriente cuando has aniquilado a millones de personas.